¿Qué le ha pasado a mi médula espinal?
Saludos a todos, dedicamos la entrada de hoy a hablar sobre la lesión medular.
No vamos a entrar en aspectos neurofisiológicos, sino que nos quedaremos en algo sencillo.
Simplemente vamos a explicar algo de lo que se habla con poca frecuencia: qué ocurre en mi médula tras la lesión. Quizá, entender lo que ocurre en la médula espinal cuando se produce la lesión nos ayude a entender por qué un daño tan minúsculo, en ocasiones, tiene una repercusión funcional tan grave.
Pongamos el caso de una lesión medular producida por un traumatismo (una de las causas más comunes de lesión medular).
Si observamos el segmento medular dañado, en las primeras horas tras el traumatismo, lo que veremos será una rotura mecánica real (el golpe) y alteraciones vasculares comunes a cualquier traumatismo, como un aumento de la circulación en la zona (vasodilatación) y algo de edema producido por el aumento de riego sanguíneo en la zona.
En muchos casos no se aprecian más cambios significativos en esas primeras horas, lo que nos lleva a pensar que si el daño posterior es tan grande, tienen que ocurrir otros procesos que lo produzcan. Y así es.
Pasados unos días, el aumento del riego sanguíneo produce una hinchazón de la zona. El edema no permite que la sangre llegue a nutrir bien a los tejidos. Este fenómeno, conocido como hipoperfusión, afecta a todo el segmento medular (dañado y no dañado) y acarrea la liberación de sustancias como el glutamato, que irrita el entorno medular y produce la muerte de neuronas y de células gliales que inicialmente no estaban dañadas.
¿Qué son las células gliales?
Las células gliales son las que hacen que las neuronas puedan mantenerse donde están colocadas, les llevan alimento y, lo más importante, recubren el axón neuronal para que el impulso nervioso circule más rápido a través del sistema nervioso. Si la glía se ve afectada, el axón medular también quedará afectado y el paso del impulso nervioso será lento y, en muchos casos, tampoco llegará a transmitir la orden. Lo que nos lleva a una mayor afectación, que se extiende mucho más allá de la inicial con el golpe.
La cascada de procesos bioquímicos que ocurren en el segmento medular dañado tras un traumatismo incrementa el daño a neuronas que no fueron dañadas por el golpe. Neuronas que se quedaron intactas en un primer momento se mueren de hambre ante la falta de sangre, otras son envenenadas por sustancias como el glutamato y otras se quedan sin el asistente que hace que el impulso nervioso llegue rápido a su lugar de destino.
Por eso, un daño en un principio tan pequeño causa (en muchas ocasiones) una discapacidad tan grande.
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